Estar como interno total (de Lunes a Domingo) en la Universidad Laboral fue una experiencia única de la que me siento bien orgulloso.
Hubo tiempo para todo, tiempo para el estudio puro y duro, tiempo para el deporte, tiempo para el compañerismo y la amistad, tiempo para la fiesta, y tiempo para el amor. Las horas de estudio compartido con el resto de internos, el momento de ir a ver las notas, las escapadas de fin de semana a Salou, las colas para recoger la bandeja de comida en el comedor, las charlas en la cafetería, los paseos por la playa, las sesiones de lanzamiento a canasta, los infiernillos de las habitaciones, los paquetes de comida que enviaban los padres, las caminatas hasta el PRYCA, los partidos de fútbol y baloncesto que veíamos en la sala de televisión, el seguir con la mirada aquella chica que tanto te gustaba… todos y cada uno son momentos imborrables.
La Universidad Laboral sigue existiendo, pero ya no alberga estudios universitarios. Ya no es lo mismo. Pero los que pasamos por allí, la conservaremos para siempre en la memoria.